sabato 2 giugno 2012

El libro




La actualidad geopolítica global nos urge a pensar en una modernidad crítica desde la cual podamos realizar un análisis sobre el papel que puede jugar la comunicación para contribuir a la construcción de aquel ideal utópico que es “la paz en la tierra”.

COMUNICAR LA PAZ es una introducción a la disciplina que propone una mirada alternativa a la comunicación, entendida como instrumento de paz, herramienta de intervención en la resolución de conflictos y en la búsqueda de la justicia, a través de la concertación y del fortalecimiento de la participación ciudadana. La primera parte del texto se propone aclarar conceptos tales como paz, comunicación, formación de tejido comunitario, diálogo participativo, redes sociales y  gestión de conflictos, a través de un recorrido por diversos ejes y perspectivas de trabajo paradigmáticas así como por metodologías, herramientas, competencias, capacidades y conocimientos que son constitutivos  de esta mirada. La segunda parte del texto se enfoca hacia un análisis de algunos medios y herramientas comunicativas de carácter comunitario, con el objetivo de describir cómo funciona, de manera concreta, la comunicación para la paz.

Con una prefacio de Jan Servaes, PhD - UNESCO Chair in Communication forSustainable Social Change - Director, SBS Center 'Communication for SustainableSocial Change' (CSSC) - University of Massachusetts



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Tabla de contenido


Tabla de las figuras
Agradecimientos
Prefacio. Construir la Paz desde abajo
Introducción
                1. La comunicación al servicio de la paz
                2. ¿Por qué comunicar para la paz?
                3. Lo que encontrarán en este libro (y lo que no encontrarán)

PARTE I: LA COMUNICACIÓN PARA LA PAZ
1. Para una introducción a la disciplina
                1.1. Un dominio analítico en construcción
                1.2. Hacia una definición concreta
2. Un breve paseo conceptual
                2.1. ¿Qué es Paz?
2.1.1. Requisitos y condiciones para la paz
                2.2. ¿Cómo comunicar para la paz?
                2.2.1. Comunicación negativa
2.2.2. Comunicación positiva
2.2.3. Medios de comunicación para la paz
2.3 ¿Qué entendemos por formación de tejido social?
                2.3.1. Redes sociales y comunicación para la paz
                2.4. ¿Cómo gestionar los conflictos?
3. Aproximaciones, debates y corrientes
                3.1. Dos palabras sobre el desarrollo
                               3.1.1. Desarrollo y conflicto: una perspectiva crítica
                               3.1.2. Desarrollo y paz: una rápida digresión económica
                3.2. Los paradigmas del desarrollo
3.2.1. Tres visiones del mundo, tres papeles para la comunicación
3.2.2. El paradigma difusionista al servicio de la modernidad
3.2.3. El paradigma de la dependencia: la comunicación es descolonización
3.2.4. El paradigma alternativo: el diálogo para la integración social
4. Estrategias comunicativas: un campo en expansión
                4.1. Comunicar en la crisis
                4.2. Entender la crisis: el diagnóstico
                4.3. Intervenir en la crisis: estrategia y táctica
5. Reflexiones finales

PARTE II: MEDIOS Y PARTICIPACIÓN COMUNITARIA
1. Un abrebocas para la discusión
2. Observar los medios: un ejercicio para la paz
                2.1. ¿Qué es un  Laboratorio de Observación de Medios?
2.2. Sobre la permanencia de los espacios coloniales en el panorama mediático posmoderno
2.3. Consideraciones generales para el desarrollo de un Laboratorio de Observación de los Medios
                2.4. ¿Qué observar? ¿Y cómo?: medios e indicadores
                2.5. La veeduría ciudadana como opción política
3. La comunicación participativa y los asuntos étnicos
3.1. Dos palabras sobre la exclusión de lo étnico de la agenda informativa
                3.2 Lo étnico en América Latina: un problema comunicativo
                3.3. La comunicación masiva y los asuntos étnicos
                3.4. Sobre la etnofagia
                3.5. Una propuesta alternativa: los medios étnicos de comunicación
                3.6. Los medios étnicos como herramienta de diplomacia ciudadana
                3.7. De ética y étnica
                3.8. Un pasito más adelante…
4. Reflexiones finales

Bibliografía

PARTE I: LA COMUNICACIÓN PARA LA PAZ





¿De qué estamos hablando, entonces? ¿Cómo funciona la comunicación para la paz? Y, sobre todo, ¿en qué se diferencia de la comunicación tout-court? Para responder a estas preguntas  quiero invitar a nuestros lectores a un breve recorrido conceptual  por las cuestiones fundamentales que acabamos de enunciar, de manera tal que se logren claridades y precisiones acerca del mecanismo propio de la comunicación para la paz.
Para comenzar, es necesario aclarar que la comunicación para la paz es  un proceso social de mutua comprensión, basado en la creación y en la construcción de consensos y en el diálogo de saberes: una dinámica polifónica que, como en una orquesta, se realiza en acción concertada, con la coordinación y participación activa de todos los actores implicados y basada en el fortalecimiento de las redes sociales. Precisemos aquí algunas palabras clave que discutiremos más adelante, a lo largo del texto: diálogo, acción y coordinación; palabras y conceptos que nos ayudan a entender que para dialogar y actuar de manera coordinada es necesario que todos los actores sociales puedan participar en ese proceso. Ahora bien, ¿qué entendemos por participación? ¿Y por qué la participación puede tener efectos “revolucionarios”  en las comunidades?

Nuestro rápido recorrido  a través de los elementos más significativos de la comunicación para la paz nos muestra un nuevo enfoque para la intervención social.  Las ciudadanías se han transformado y con ellas evolucionan  los esquemas de acción para generar cambios. No podemos esconderlo: los ciudadanos posmodernos -en Londres como en Mumbai, en Nueva York como en Lagos- se están transfigurando en “súbditos” poco inclinados hacia  la responsabilidad individual, faltos de sensibilidad en cuanto al destino moral de la humanidad, despreocupados en cuanto a adquirir compromisos  consigo mismos y, menos aún, con el mundo; convencidos de que la receta de la felicidad consiste, principalmente, en entregar “votos en blanco”  a todo individuo u organismo que muestre aquel talento inefable que se llama carisma. Para contrarrestar esta tendencia, la comunicación para la paz debe tener como prioridad la formación y el empoderamiento de unas audiencias conscientes y criticas. El cambio social debe intervenir para permitir el bienestar general a partir de la participación de todos. Se trata, lo decimos una vez más, de un giro conceptual que tiene los alcances de una revolución para quienes se ocupan a nivel profesional de las posibilidades ofrecidas por la comunicación para el desarrollo. Sintéticamente, quiero presentar aquí los puntos focales de este cambio, para que sirvan de argumento de reflexión para el profesional interesado en aplicar (o en profundizar) estos patrones operativos:


·         El primer cambio se refiere al objeto de la intervención. Se pasa de las masas como destinatarias de un mensaje (dirigido a transformarlas) a los individuos y las comunidades como agentes de su propio cambio.
·         El segundo cambio se enfoca hacia el objetivo de la intervención. En este caso, en vez de centrarse en los comportamientos individuales (que necesitan “progresar”), el interés del proceso debe fortalecer un desarrollo desde adentro de las normas sociales,  políticas de gestión de los recursos, cultura y de un medio ambiente adecuado.
·         El tercer cambio aplica para la fase de toma de decisiones  de la intervención. Si bien la escuela clásica había acostumbrado a considerar la lógica comunicativa como una secuencia (productiva) de diseño, prueba y distribución de un mensaje; la apuesta humanista de la comunicación para la paz nos induce a reconsiderar esta praxis. Su labor debe dirigirse hacia el apoyo al diálogo y al debate sobre temas claves de interés para un determinado colectivo, con la participación de todas las instancias interesadas.
·         La cuarta transformación se refiere a los aspectos  operativos. Las operaciones comunicativas de muchas administraciones, ONG o agencias para el desarrollo se basan en el traspaso de información a cargo de técnicos expertos. En  este two-step flow el mensaje se complejiza y se vuelve difícilmente digerible para las comunidades. Nuestro cambio quiere incorporar adecuadamente esta información a los espacios de diálogo horizontal: debates, foros y encuentros ciudadanos. Una comunidad informada, ya lo sabemos, puede tomar decisiones sobre su destino de manera más consciente y crítica.
·         El cambio  precedente induce a otra  transformación -la quinta- inherente al papel de los “expertos externos" que, en el paradigma modernista, dominan y guían el proceso de desarrollo. Dado que la paz se construye desde el interior se le otorga el papel protagónico a los verdaderos sujetos de la comunicación: las comunidades afectadas por un problema.
·         El sexto cambio se traduce en un abandono de la praxis persuasiva que asignaba a la comunicación la responsabilidad de convencer a la gente para que actuara de determinada forma. La comunicación para la paz no acepta el discurso persuasor: su único papel es el de contribuir a motivar a los colectivos para debatir sobre la mejor forma de avanzar en un proceso de colaboración. Lo cual significa, también, que el marco de este cambio no es una reglamentación impuesta “desde arriba” sino, por el contrario, una “normativa consensuada” por todos  los actores participantes que, por tal motivo, es aceptada por todos.
 
En fin, podemos simplificar al extremo diciendo que hay que pasar de un modelo top-down a un modelo bottom-up, y esto implica que cada fase y cada aspecto de todo proceso comunicativo tenga como objetivos la paz, la justicia y la dignidad humana. Se trata aquí de resaltar y amplificar el rol movilizador y empoderador de la comunicación que, en esta perspectiva, puede contribuir para que las comunidades se cuestionen (y reflexionen) sobre su identidad, su praxis y su futuro. O, para decirlo de otra forma, para que cada colectivo pueda investigarse y contestar a tres preguntas clave: ¿quiénes somos?, ¿qué queremos? y, finalmente, ¿cómo podemos obtenerlo?


La comunicación al servicio de la paz

Podemos imaginar la comunicación como una red de interacción de contenidos, situaciones y comportamientos. Este tejido social (y vivo) representa el terreno de juego de los actores sociales (los-que-comunican) quienes  actúan entre ellos a partir de acciones y percepciones que generan relaciones. Puesto que los actores de la comunicación pueden ser incalculables  dado que no se limitan a aquellos que “dicen algo” de manera más expresiva y manifiesta, tenemos que admitir que las partes que interactúan en esta mecánica relacional no tienen un control, ni siquiera parcial, del sistema en el cual participan. Como lo señala Humberto Maturana, la comunicación es de naturaleza transaccional y los intercambios, reciprocidades y estrategias que genera son de tipo interactivo (1997). La comunicación, entonces, hace parte del sistema de interacción de los individuos como mecanismo que logra cohesionarlos o separarlos. Esta mecánica sigue unas reglas  básicas, surgidas socialmente para construir significados, comportamientos y racionalizaciones por medio de las cuales actuar, de tal manera que así  como existen leyes de convivencia social, también están las de la comunicación social. La convivencia necesita de comunicación y ésta, a su vez, se basa en una interacción colectiva caracterizada por  un intercambio de ideas y acciones entre los actores sociales, por medio de la cual   fluyen estrategias, intereses y relaciones de poder que producen lógicas colectivas enmarcadas en el contexto social de referencia. No es casual  que los sistemas comunicativos de cada cultura representen un patrimonio que captura la atención de antropólogos y viajeros , que va más allá de lo folclórico y que, por el contrario, debería ser considerado como la llave de acceso a las lógicas de relación social y de equilibrio sistémico: un equilibrio que incluye los niveles familiar, grupal y comunitario.
Ahora bien, ¿qué es la comunicación? Si seguimos el razonamiento del párrafo precedente hasta sus límites extremos, nos encontramos con la respuesta que nunca hubiéramos querido escuchar: la comunicación es todo. Es el arte, la palabra, el discurso, la literatura, la pintura, el diálogo comunitario, la organización de tiempos y espacios, la información, la contra-información, la propaganda, la denuncia, la publicidad y, obviamente, los medios de comunicación. Todos los seres vivientes comunican: los humanos, los animales, los vegetales. Hasta los hongos y los protozoos comunican. Es más: la comunicación no es un acto en sí, limitado a un emisor, un mensaje y un receptor. Al contrario,  es un proceso constante de construcción de sentido en el cual existen diferentes juegos, relaciones de fuerza y estrategias que pueden generar colaboraciones o conflictos. Todo depende de la representación que cada actor social (ser humano o protozoo, es igual) se hace del otro y del rol que le asigna para su sobrevivencia social. Nuestro espíritu natural de conservación nos induce a buscar formas sociales de organización, pero también nos impulsa hacia una “lucha  por la existencia” (física y cultural), que se refleja en conflictos y crisis. Tricia Jones y Heidi Brinkman (1997) llegan a afirmar que el conflicto debe entenderse como un acontecimiento comunicacional, una interacción paralizada, empotrada en rigideces y prevenciones, para cuya solución los actores implicados están dispuestos a entrar en disputa.

Comunicar para la paz, entonces, significa facilitar la creación y la gestión de procesos comunicativos dialógicos dirigidos a la construcción de tejido comunitario en un contexto de paz y justicia social, sin importar la forma expresiva utilizada.